La vida es la historia de cada ser humano. Las vivencias hacen de la vida una historia. Historia que es necesario publicar. Aqui las mías. Aveces interesantes otras aburridas. Pero en fin, vivencias de día a día. Lo que soy, lo que he vivido. Tienen un orden numérico para seguir la secuencia.

sábado, abril 01, 2006


003 ¿Cigarrillos o campeches?...

A comienzo del tercer grado de escuela elemental, llego a casa un primo con problemas de tabaquismo. Su divorciada madre no sabía que mas hacer para alejarlo de la calle. El venía a cursar el séptimo grado. Creo que había reprobado y estaba repitiendo el grado. Lo pusieron a dormir en mi cuarto. Mi madre le abrió una camita que le llamaban el "caucho".

Mi primo era callado y no compartia nada conmigo. Se sentaba en la sala a ver la tele junto a mi y lo único que así era agarrarse los cojones.

En una ocasión mi madre, que le gustaba buscar en las gavetas, encontró unos cigarrillos metidos en mis calzoncillos. Esa noche cuando llego mi padre le dio un sermón en privado. Malhumorado, mi primo se metió al caucho a dormir. Se acostó con sus mahones y camiseta. No se puso la pijama. Lo cual era requisito para dormir en casa. Yo tenia puesta la mía y fingía dormir en mi cama. Por el poco espacio del cuarto, la cama y el caucho estaban unidos. Mi primo no consiliaba el suenno, yo tampoco. El estaba boca abajo y se movia sobre el colchón. Lentamente rodó hasta caer en mi cama y se me pegó...

Me tomo la mano y la puso sobre la cremallera de su mahón. Sentí un enorme bulto que latía fuertemente. Me forzó a apretar aquel bulto. Moviendo mi pequeña mano frotaba su desarrollado miembro. Se desabrochó el mahón. Bajo la cremallera y sacó algo enorme desde sus calzoncillos tipo boxer.

Me hizo agarrarlo con mi puño y con su mano me enseñó a hacerle una puñeta. Lentamente mi mano agarrada de la suya subía y bajaba por aquel falo caliente que latía a gran velocidad. Con mi otra mano toque sus guevos. Eran peludos. Estaban tibios y llenos de jugoso néctar. Sentia su prepucio subir y bajar mientras cubría y descubría su cabezota.

No era un pipí. Era un bicho. El primero que puedo tocar. Sentirlo en mi pequeña mano. Y aunque todo estaba oscuro pude sentir como era. Cada detalle, sus venas llenas de sangre no dejaban de bombear vitalidad a quel miembro viril. !Estaba en el paraíso!

Mi primo extendió su otra mano y la metió entre mis calzoncillos y nalgas. Las acarició poco a poco. Las tanteo como manjar de los dioses. Yo apenas ocho años sentía cosquillas en mi pipí.

Entonces saco su dedo índice y lo metió dentro de mis nalgas. Busco con brevedad el rotito y con su yema jugó en mi culito tratando de entrar a lo máximo aquel ansioso dedo.

Yo seguía moviendo mi mano en su herramienta sintiendo que de los labios del glande salían gotas pegajosas con un olor nuevo para mi olfato. Un olor como a clorox. Fuerte olor. Embriagador. Olor a sexo masculino. Ambrosía de semental.

De momento mi primo se levanto y se pegó al gavetero en la esquina de la pared. Lo único que escuché fue un sollozo... ¿...?

Ufff, respiró profundamente. Se acostó en su caucho y durmió profundamente. Yo me acoste boca a bajo y moviendo mi pelvis frote mi infantil miembro contra el colchón hasta alcanzar el orgasmo...

Al otro día cuando llegué a mi casa de la escuela, mi madre y la muchacha de la limpieza estaban con cubo, lestoil y paños lavando detrás de mi gavetero.

-Hijo mio, aquí limpiando, parece que tu primo se levantó sonámbulo anoche y se orino en esta esquina.-

¿Sonámbulo? ¿Se orinó? En aquel momento no entendí. Ahora sí. Se vino, se corrió, eyaculó... con la puñeta que yo le hice mientras me daba dedito. Por primera vez tomé en mis manos un cigarrillo. Mejor digo -un tabaco Campeche, que no bota humo, pero bota leche. A mi primo no lo miro a los ojos.

El es padre, casado varias veces. Yo padre soltero... Todo un varoncito.