La vida es la historia de cada ser humano. Las vivencias hacen de la vida una historia. Historia que es necesario publicar. Aqui las mías. Aveces interesantes otras aburridas. Pero en fin, vivencias de día a día. Lo que soy, lo que he vivido. Tienen un orden numérico para seguir la secuencia.

lunes, mayo 15, 2006


011 ¡Los peloteros!









Hasta el día de hoy no entiendo muy bien los juegos de pelotas (baseball). Pero mi admiración por los jugadores comenzó desde mi temprana edad. Creo tener como siete años cuando mi padre me llevaba a ver los juegos de liga profesional. Mi padre trabajaba en el estadio de la ciudad y aprovechaba para llevarme a tan experiencia masculina para enriquecer mi masculinidad.

Mientras corría el aburrido deporte en aquel diamante desconocido, yo aprovechaba el tiempo dando vueltas por todos los niveles del parque. Mi fin era visitar cada área donde iban a mear los machos.

Aquellos servicios sanitarios contaban con unos orinales parecidos a bañeras. Eran largos con un tubo que chorreaba agua para limpiar los orines. El olor a orín era excitante. Pero mas aun el poder entrar y ver cuando los machos se sacaban la pinga y meaban. Algunos tardaban y jugaban con ella mientras otros las mostraban orgullosos de su magnifica herramienta. Ver como salia el chorro de orines de aquellos falos que expulsaban las cervezas que sus poseedores habían ingerido.

Como de costumbre me encantaba ver aquellos guevos, peludos y los mejores eran los que tenían prepucio. El ver como aquellos machos pelaban sacando sus glandes para depositar el liquido amarillento me ponía bien bellaco. Cuando soltaban las ultimas gotas me deleitaba viendo como los sacudían.

Algunos sacaban toda la guevera, abriendo sus pantalones al máximo. Eran los exihibicionistas. Orgullosos de la morronga boricua, latina, llena de pelos y rica para joder. Mi pingo se ponía duro. Y ya no tenia orines para disimular que iba simplemente a mear. Pero el juego estaba acabando. Así que baje a donde se duchaban los jugadores.

Ese era el momento del climax. Era lo máximo. Aquellos nalguigrandes machos llegaban abrazándose, tocándose las nalgas para darse una ducha. Yo me quedaba inmóvil frente la entrada de aquella gran cantidad de duchas. Una al lado de la otra y frente a frente formando casi un cuadro perfecto.
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Yo estaba elato. Los peloteros se quitaban el sudado y sucio uniforme, sus zapatos y medias e inmediatamente subía al aire el olor a macho. Ese olor me volvía frenético, claro yo no lo demostraba. Era un espectáculo ver como se metían la mano en los suspensores para quitar la copa que protegía su hombría. Lo indescristible era cuando bajaban sus suspensores y agarraban miembro y guevos para airearlos. También se metan las manos entre las nalgas y se rascaban el joyo. Algunos llevaban los dedos a la nariz y alían profundamente el aroma viril que recogieron en la tocaera de la liberación.

Así abrían las duchas como todos a la misma vez. Era un concierto el ruido del agua que caía sobre todo sus musculosos cuerpos. Ahí empezaba el ritual de en jabonarse. Algunos jugaban con sus compañeros mientras hacían alardes de sus morrongas.

Y yo babiandome y mi pinga también.

Ellos son hombres casados. Yo todo un varoncito, padre soltero…

1 Comments:

Blogger jolywudense said...

hey, si llegas a entrar a estas alturas, deja tu e-mail o algo. me interesa comunicarme contigo.

10:51 p. m.

 

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