La vida es la historia de cada ser humano. Las vivencias hacen de la vida una historia. Historia que es necesario publicar. Aqui las mías. Aveces interesantes otras aburridas. Pero en fin, vivencias de día a día. Lo que soy, lo que he vivido. Tienen un orden numérico para seguir la secuencia.

martes, abril 04, 2006


010 El Malamén...

Nuestra madre se ocupó de enseñarnos el temor a Dios. Nos envió al catecismo y visitábamos la iglesia semanalmente. El temor que nos infundió era a tal grado que llegaba a pavor. Miedo a todo. Imperaba en nuestro hogar una alerta naranja casi roja. Todo era peligroso para nuestras vidas. El cuco, la Madre Tierra, el Demonio y para mí el Malamén.

Dios, la virgen, los ángeles y todos los santos ponían sus miradas acusadoras sobre mi vida. Tanta omnipresencia me tenía agobiado. Pero lo peor de las calaminares era pensar en aquel supuesto ser que podía amenazar con nuestras vidas y que sólo el padre nuestro nos podía liberal. Cuando lo rezaba me apresuraba a llegar a la última frase: "MAS LIBRANOS". Libranos del temido Malamén.

Su rostro no estaba definido. Como se vestía tampoco. En el catecismo y en la misa como en toda reunión religiosa lo mencionaban. Hasta los protestante lo repetían. Libranos, libranos, por favor libranos del malamén. Sería lo que yo sentía en mi corazón. La tentación que me agobiaba. Los deseos de la carne. Las ganas profundas de sentir junto a mi cuerpo otro cuerpo viril que ambos disfrutáramos de un roce pasional. Sería la palabra descubierta en la universidad, HOMOSEXUALISMO.

¿El malamén es sinónimo de estar torcido? ¿De ser un deprevado? ¿Un pato? Cuá cuá... cualquiera. ¿Un maricón?

Please... no nos dejes caer en esa tentación, mas libranos del temido malamén.

El malamén fue: mi primo negrito, Cuchi, mi primo fumador, mi compañero de escuela, el vecinito y su hermano o el modelo pelotero.

Todos son padres casados. Yo... padre soltero. Todo un varoncito.

domingo, abril 02, 2006


009 El Cristo de mi cuarto...

Lo de usar vaselina sin condón fue historia de los años 70. Hoy en el siglo XXI hay que usar el profi con lubricantes a base de agua. ¡Que tiempos aquellos! La verdad que gracias al Padre Nuestro logré retener mi eyaculación y alargar más mi bellaquera.

En la pared de mi cuarto mi madre puso un Cristo cruxificado. Se notaba en su rostro el dolor de la agonía de la pasión. Aquella pasión que hizo al productor de cine millonario. Mi madre lo puso para alejar la maldad de mi vida y hacerme un santo para poder entrar al cielo, pese a no ser diestro.

Para mi era un punto de enfoque homosexual. El fijarme en aquel cuerpo cubierto sólo por un trapo era algo que levantaba mis pasiones. Un cuerpo atlético con unos abdominales (8 pack, no 6) perfectos. Me llamaba mucho la atención sus asilas. Profundas, sombreadas con vellos. Sus pies, alargados y huesudos abatían mis deseos. Aquel paño dejaba ver la parte baja del abdomen llevándome a imaginar el tesoro que escondía debajo de el.

Perdonen los religiosos. Pero siempre se hizo interesante el escuchar alabanzas hacia Jesús como un hombre perfecto y hermoso. Alabanzas que gritan en los templo tanto hembras como varones que procesan amar a su mesías de todo corazón. Los mismos que siente un orgasmo llamado ríos de agua vivas. De ese tema hablaré con mas detalles en otras historias.

Pero por otra parte el temor infundado por mi madre de que aquel Cristo me estaba mirando no deja en paz mis pensamientos. Sinembargo yo me deleitaba pensando que El me mirara. Cuando yo me tocaba y al calzarme para masturbarme o cuando doblaba mi delgado cuerpo para automamarme, entendía que El me veía. Siempre me acordaba de la placa que mi abuela tenía en la entrada de su casa:

"DIOS ES SUPREMO EN NUESTRO HOGAR. OYENTE SILENCIOSO DE NUESTRAS CONVERSACIONES"

Era tremenda la mezcla que luchaba en mi mente, en lo más profundo de mis emociones. Por lo que en momentos me sentía pecador. Sucio, corrupto con mácula. Esto lo vivía por periodos. Rezaba y se iba el temor. Regresaba la paz, volvía la esperanza y con ellas las bellaquerías.

Criado en el catolicismo tenía que confesar ante el cura mis pecados. Que vergüenza, ¿cómo lo hago? Suerte que en una semana santa una tía nos invitó a su iglesia donde el padre celebraba una confesión grupal. Sólo usted se acusaba en el o los pecados correspondiente. ¡GENIAL ! Esa era mi oportunidad. Fuimos al templo nos confesamos y borrón con cuenta nueva. Amén.

Había dejado de visitar al pelotero. Con el dinero de mi trabajo parcial compre una bici para ir a visitar a mi novia. Tenía y era bastante tetona y bellaca. Pasando frente a la casa del pelotero para visitar a mi gevita, el salió y se paró frente a mi bici.

-Hey. ¿Por qué ya no me visitas?

-Es que voy para la casa de mi geva.

-¿Con que con novia? Yo también tengo. Es mas tengo varias. Pero quiero seguir bregando contigo. Ven entra a casa y jodemos un rato.

-No chico, además veo que tu mamá se encuentra.

-No te apures entramos al cuarto, prendo el aire y cerramos la puerta. Ella no le importa, sabes que es tan loca como su madre.

-No. Me da miedo que se entere.

-Pues vamos por la avenida. En donde arreglan carros hay un pastizal donde podemos bregar. Sigueme...

Sin esperar respuesta arrancó a correr, yo le seguí.

Llegamos al lugar. El taller ya estaba cerrado. La iluminación era mínima. Busco en la basura unos cartones y los puso sobre la tierra. Se bajó lo mahones, no tenía calzoncillos, y se puso en cuatro.

-Macho, métemelo... estoy bellaco.

Me saque la pinga. Trate de metérselo pero se hacia difícil sin vaselina. No pensamos en la saliva.

Yo me subí los pantalones, me monté en la bici y salí volando de aquel lugar. Juré no volver a joder con un macho en mi vida. Creo que como no pude clavarlo no contó como pecado consumado.

El modelo es casado con hijos. Yo soltero con hijos... Todo un varoncito


008 Te amo, ponte la vaselina...

La semana pasó rápido. De nuevo llegó el viernes y el momento de mi tercera visita a mi vecino pelotero. Aproveché en la semana y en una tienda de caballeros cercana al supermercado donde trabajaba de empacador compré un paquete de bikinis. Calzoncillos sexy con diseños salvajes. Mi madre me cuestionó. Yo le dije que eran la moda. Lo último en la avenida. Me los puse y salí a mi esperado encuentro.

Estaba vez quería chupar pinga de verdad. Tenía todo planificado. Para no venirme tan rápido y alargar el juego sexual establecí un plan. Durante la mamaera rezaría el Padre Nuestro. Desviando mis pensamientos y evitando la eyaculación precoz. Esto se quedo como costumbre y al venirme doy gracias al Padre.

Ahí estaba el pelotero. Esta vez yo me quité la ropa. Dejandome sólo los bikinis para que mi amigo los disfrutara. Me agarró el bulto. Y empezó a morderlo sobre los bikinis.

-Ummm. Tremendo tigre. Ruffff. Rugía el pelotero con mis pelotas en su boca.

Bajó mis bikinis me abrazó y empezó a besar mi cuello. Hormiguitas corrieron por todo mi cuerpo. Me tomó por la nuca y beso mi frente. Pasó la lengua por mi nariz y pegó sus hermosos labios a los míos. De momento me alejé.

-¿Qué haces mano? le reproché.

- Quiero besarte, dame esa boca.

De nuevo unió sus labios a los míos y me metió su lengua en mi boca. La movía ritmicamente. El sabor de su saliva era sublime. Mi primer beso con un hombre. El mejor beso. Lengua a lengua unimos todo nuestro cuerpo y caímos a la cama.
Empezó el grajeo. Rozando pinga con pinga, guevo con guevo. La humedad del precum llenaba nuestros vientres. Me miró fijamente a los ojos y dijo:

-Tu me gustas mucho. Estoy enamorado de ti...

Yo enmudecí. Jamás me había enamorado de un varón. Siempre de nenas.

Mientras mis contemporáneos soñaban que se besaban con Braulio Castillo padre, en Renzo el Gitano. Yo soñaba que me besaba con Miosotís, Gladys Rodríguez. Hasta soñe besarme con Rocio Dúrcal (RIP) y Lucecita. (Eso hoy parecería homosexualismo). En fin no quería enamorarme de un macho. Me enamoro de hembras. Los machos son sólo para bellaquear.

Ahora este pelotero quiere convertir esta lujuria en amor. WOW...
Mientras, sacaba de la gaveta de la mesita de noche un frasco amarillo y me dijo de nuevo:

-Estoy enamorado, tu me gustas. Ponte vaselina y metémelo.

-¿Por dónde? Pregunté.

-Papi... por el culo.

Me puse vaselina y el pelotero se puso en cuatro...

El pelotero es casado con hijos. Yo... soltero con hijos. Todo un varoncito.


007 ¿Qué es un 69? ¿Un bikini?

Llegué de la escuela y pasé a ducharme. Era unos de mis muchos momentos para masturbarme. Pienso que mi flaquencia se debía a eso. Me puñeteaba varias veces al día. Ese era mi pasatiempo, mi deporte y en realidad mi escape. Pero el ser flaco me daba la ventaja de ser flexible. Esto me permitía doblarme hasta alcanzar la cabeza de mi pinga con mi boca. El automamarse es un privilegio que disfrute en mi juventud. Es una delicia sentir las gotitas de precum salpicando la lengua hasta recibir el chorro caliente de rica leche viril.

Cuando me quite mis boxer y cogí en mis manos a mi querido guevo, el olor del jugo de china llegó a mi olfato. Eso trajo a la memoria la mamada que me dio el vecino de mas arriba. Aprovechando la bellaquera, me hice la paja.

Ansioso estaba esperando a que llegara el viernes. Por las ventanas de la sala lo podía ver jugando con los otros chicos de la calle. Con sus pantaloncitos de trotar, descalzo y sin camisa bateaba con un palo de escoba, chapitas de botellas de refresco.

Aquellos "shorchitos putys", le quedaban a fuego. Su pelo lacio color negro contrastaba con sus ojos verdes. Practicaba la pelota y pertenecía a un equipo. Debes en cuando subía vestido con el uniforme hacia el parque. Además era modelo y salía con la hija de un jefe de estado. Tenía 21 años y yo 16. Miraba mucho hacia mi casa. Mi hermana al día de hoy dice que el estaba pendiente de ella.

Por fin llegó el tan esperado viernes. Salí camino a la escuela. De nuevo cuesta arriba para pasar por su casa. Llevaba en mi mano una varita que chocaba contra las rejas de las casas en son de hacerme notar que iba llegando.

Allí estaba con sus putys sin camisa, calzando unas sandalias hyppies. Me abrió el portón y me condujo a su cuarto. Se bajó el pantaloncito y dejó ver su hombría entre aquellos muslos de pelotero y modelo. Me empezó a desvestir. Quito cada una de mis piezas y dejó al descubierto mi delgado cuerpo. Estábamos parejos. Los pingos eran del mismo tamaño. Lo comprobé cuando con sus manos de lanzador los puso juntos. Parece que el también quizo compararlos.

El de él tenía mi debilidad. La piel sobre el glande. Y aunque tenía buena cabeza su tronco en la base era mas ancho. Las bolas inmensas con pelos moderados. Se acostó en la cama y me preguntó si quería hacer el 69.

-¿El qué?

-El 69, ¿no sabes que es?

No sabía. No entendía. Tenía muy poca información.

Pero con paciencia me explico. Y de ese modo tomé la maravillosa posición. Me acosté sobré el. Le puse mi pene en su boca y quede maravillado observando su maceta dura y levantada como un obelisco.

-Mamámelo. Pidió con la boca llena.

No me atrevía. Y aunque me moría de ganas tenía temor de coger alguna enfermedad.

Mientras, le encontré un hermoso lunar al lado derecho de la base. Era algo sexy. Tan sexy como el mismo.

-Dalé, mamámelo. No lo pensé mas. Lo tomé en mi boca. Rozándolo con los labios pero nada de chupar. No fue mi mejor mamada. Me encontraba en una combinación de nervios, miedo y bellaquera.

Tarde muy poco. Rápido me vine en su boca. Inmediatamente me baje de la cama. Mientras bien bellaco, el saboreaba mi leche masturbándose a la vez. Acercó un zafaconcito y ahí se vino.

Ya yo estaba vestido y listo para abandonar su cuarto. Me tomó del brazo y preguntó algo también nuevo para mí. Yo entendí algo de kini. ¿"Kini"? Pensé que era otra posición como la del 69.

-Chico, ¿ por qué no usas bikini? Bikinis en lugar de boxer. Calzoncillos bikinis.

Entendí.

-Es que son los que mami me compra.

En aquel momento aprendí a ser 69 y que es más sexy usar bikinis.

Ahora los uso bikinis y me encanta el 69.

Soy padre soltero... Todo un varoncito.

sábado, abril 01, 2006


006 Jugo de china...

La pólvora corrió por toda la vecindad. "El varoncito es maricón". Coño que vergüenza. Cambié mis rutas para visitar a mi familia e ir a la escuela. Logré que me cambiarán a un colegio privado. Ahí jamás alguien escuchó mi voz. Tenía miedo de hablar y que mi voz delatara mis preferencias.

Pronto llegué a la secundaria. Con porte varonil aunque era un flaco enclenque. Acomplejado a lo máximo. Bellaco en mis pensamientos. Empecé a trabajar a tiempo parcial como empacador en un supermercado. En todo momento me comporté como todo un varoncito. En mi interior desvestía a cuanto varón pasaba por mi lado.

Estando en la clase de biología entró un exestudiante, recién graduado del año anterior. Pasó a saludar a la maestra. Parecía que fue muy popular en la secundaria. Resultó ser un vecino de mucho más arriba de la calle que yo vivía. Todavía no empezaba la clase así que saludo a la maestra y cuando me vio aprovechó que había un pupitre vacío detrás de mi y se sentó.

Me halo la camisa y al oído me dijo.

-Me enteré que te pusistes hacer cositas con los de la casa de la esquina.

Yo me puse a temblar. Pense -Hasta este tipo se enteró. Entendí que todos los de la calle también. Todos se la pasaban jugando frente a mi casa. Yo no salía ni a la acera. En primer lugar nuestro padre nos tenía con el candado puesto en el portón. Decía que en la calle había drogas. Ahora menos con todo lo que la gente comenta.

Trague profundo y no le contesté.

-Pasa por casa - me dijo- yo estoy los viernes por la mañana.

Ese viernes caminé hacia la escuela por el otro lado. Mi fin era pasar por la casa de quien me invitó. Caminé lentamente y ya frente a su casa vi desde la calle que estaba en la sala. El salió de inmediato. Me abrió el portón y me invitó a entrar. En el comedor estaba sentada la abuela.

-No te preocupes ella esta loca y no se da cuenta de nada. De todos modo entra a mi cuarto y cerramos la puerta.

Entré, nervioso pero bellaco. El estaba tomando jugo de china. Se sentó en la cama. Puso el vaso en el piso. Me agarró con una mano por la parte de atrás de mi muslo derecho. Con la otra mano me bajo la cremallera. Metió su mano en mi pantalón y saco mi bicho que ya estaba duro. Se lo metió en la boca y empezó a mamarlo. Mamaba como un profesional. Sabía lo que hacía. Yo estaba bien excitado. Sentía como movía su maestra lengua y a la vez apretaba y soltaba los labios para darme placer. A la vez se masturbaba el bicho que sacó de unos cortos pantaloncitos de correr. Logré verlo. Era "uncut". La boca se me hizo agua. De tanta bellaquera sentí la corriente desde mis bolas hasta la cabeza.

-Puñeta me vengo!!!!

Aumento el movimiento de sus mandíbulas.

-Me vengo!!!!

Asintió con la cabeza y mirada como diciendome; dámela que la quiero. Si, me vine en su sedosa boca. Se tragó mi leche.
De inmediato me metí el guevo al pantalón. Me fui a la escuela. Cuando me dio ganas de orinar me percaté que mi pinga tenía olor a jugo de china.

Mi vecino es padre casado, yo padre soltero. Todo un varoncito.


001 Mi primo negrito.

Todavía vivía en el centro de la isla. Mi padre y madre trabajan afanosamente para levantar su humilde hogar. Mi padre trabajaba demasiado. Apena podía verlo. Sólo escuchaba el ruido del "jeep" de la patrulla cuando llegaba de madrugada. Comía algo y al rato salía a continuar su desempeño.

Yo bastante ignorante, criado bajo las faldas de mi sumisa madre. Una hermana recién nacida. Y unos cuantos primos y primas que nos visitaban de vez en cuando.

El negrito de mis primos me lleva como casi un año. Parecía ser muy despierto en todo, en especial en lo sexual. Precoz es la palabra. Aquella tarde se saco su "juguetito" del pantalón y me lo enseñó. Dios mío, era algo distinto a lo mio, muy negro, casi violeta, y con un pellejito que lo hacía ver algo extraño ante mis ojos. Con sus dedos jugaba con su "juguetito" . Le pelaba la cabeza para dejarla al descubierto. El mio no es así. No tiene la piel. El quería que yo lo tocará. Yo temblaba de miedo. Me quede sorprendido. Llegaron nuestras madres y el primo guardo su juguete. Pero esto cambio mi vida, ¿o simplemente la activó?

No sé en realidad lo que pasó por mi cabeza. Pero entiendo que no dejó de pasar. A cada momento pensaba en aquel prepucio que dejaba salir el glande de una forma maravillosa ante mis ojos. Yo siendo circuncidado, obligó al mío metiéndolo a la fuerza en la piel para crear esa apariencia que tanto me gusta. Me lo mutilaron sin permiso. ¿Podré demandar a mis padres? ¿Al pediatra? ¿Al hospital? ¿a los judíos? Cuanto daría por tener mi prepucio.

Pero que remedio. Otros lo tienen y lo comparten conmigo. Además a muchos les encantan "cut". Para los gustos... los "cuts o uncuts".

La realidad es que este evento marcó mi vida. Mi orientación, mis gustos y preferencias. Mediante la curiosidad creó en mi la necesidad de ver otros iguales. Tocarlos, sentirlos, olerlos... saborearlos, cada vez más y más. Aveces obstinado, otras delirando.

Cuando llegué a mi adolescencia mi primo negrito volvió a sacar su juguete. Mejor decir juguetote. Inmenso, peludo, grueso, baboso. Con dos grandes pelotas llenas de pelos. Ya era un hombre.

Se quitó toda su ropa. Y con el miembro completamente erecto bailo ante mi presencia. Lo movía para arriba y para abajo. Se masturbaba ritmicamente con gracia ritmica. Me lo ofrecía mientras yo salivaba con el deseo de tenerlo en mis manos. Mi corazón estaba acelerado. Me faltaba la respiración. Temblaba de pasión. Pero la razón pudo más que la pasión. No sucumbí a sus deseos.

Ahora el es padre casado,... y yo, padre soltero. Todo un varoncito.


005 El explorador equivocado...

Me mantuve activo en la tropa de exploradores ya que así podía canalizar mis deseos de ver chicos sin ropa. Mas que chicos lo que realmente quería ver eran sus penes. Me converti en un adicto a verlos. Luego en mis fantasías repasaba cada uno mientras me masturbaba. Ellos hablaban de mamar, de clavar y cosas semejantes que yo no entendía todavía muy bien.

Se regó en mi escuela, ya estaba en la intermedia, que yo era un bellaco que me la pasaba casqueteandome en los campamentos. Claro, sabían que me gustaban las nenas y de vez en cuando me grajeaba con una. Y aunque en esos grajeos me prendía, lo que mas me ponía bellaco era pensar en el guevo de los machos.

En la escuela un grupo de "raritos" me invitaron a pertenecer a un club que ellos habían formado. Un club espiritual, donde se leería el horóscopo y libros de sueños. Algo místico. Se reunían en las casas y en los baños de la escuela. ¿En los baños?

Bueno, fui a una reunión, luego de muchas invitaciones. Entramos al baño con olor a puro orines. Como orinal había una gran bañera. Todos se pusieron a mear. ¿...? Yo salí mas rápido que ligero. Pense que para otra cosa me invitaron. ¿Habrán leído místicamente mis fantasías nocturnas, diurnas, mejor digo eternas? No me reuní mas con aquellos locos (o locas).

Se acercaba la época de Jambore. Campamento al aire libre. En la esquina de mi calle se mudo una nueva familia. Un montón de hijos. Dos varoncitos de mi edad. Estos se unieron a la tropa.

Nos levantamos antes de salir el sol para llegar al campamento. Montamos las cacetas. Mi amigo, el de la escuela, me pidió una vez mas que durmiera con el. Pero ya yo había hecho compromiso con mi nuevos vecinos. Mi amigo monto su caceta y se acomodó solo.

Al llegar la noche se enciende el fuego. Las llamas arden y los deseos juveniles se prenden en candela. Mi amigo me invitó a pasar por su caceta. Allí se sacó su rica mamerra y mientras me la mostraba se masturbaba.

-Varoncito, sacaté la tuya que estoy bellaco y quiero verla.

-No me atrevo. Además es circuncidada.

-Coño, así es que me gusta, sácala por favor. Sacala que me estoy viniendo... puñeta uffff.

Yo pendejo no la saqué. Mi amigo se vino y yo me fui para mi caceta.


Mis vecinos empezaron a bellaquear. Me invitaron y yo me saque mi bicho. Mientras me la jalaba pensaba en mi amigo Pepe. En aquella rica tranca que acababa de despreciar. Ellos no se habían desarrollado, por lo que sacaron sus "pipices". A uno cuando vió mi bicho se le hizo la boca agua. Se me acercó y pidió mamarlo. Se lo dí. Como un bebé en mamadera se comportó. Chupó profundo, con gracia y bellaquera. Su hermano se masturbaba a nuestro lado.

Que te mamen no es pecado. En realidad los machos se dejan maman el bicho.

Pero, que uno mame. No señor, eso es cosa de maricón. Los machos maman cricas. Bajan al pozo.

Yo lo pense. Aunque era un pipicito, estaba sin circuncidar y eso me tenía malo. Me pegué y mamé. No por mucho rato por que sentí el sabor a meaíto y me dio nausea. Pero para todos contaba. Su hermano se vino pero luego fue por todo el campamento a contarlo.

-Saben el varoncito bellaco mamó bicho, es un maricón.

Nadie mencionó que me lo habían mamado. Mi amigo Pepe no regresó a los campamentos. Yo de la vergüenza también me quité.

Mi vecino es casado y padre de hijos. Yo... soltero y padre de hijos. Todo un varoncito.


004 En el pupitre aprendí lo que es una rasqueta.


En segundo grado se sentaba detrás de mi pupitre un canito de cuerpo atlético y masculino. Mientras la maestra daba la clase el me tocaba la espalda para que lo atendiera. No dejaba de molestarme. Me hablaba al oído de como le cogía las revistas frescas a su padre y lo que veía en ellas. Me confesaba estar bellaco y deseoso de hacerse una rasqueta.

-¿Una qué? Chico una rasqueta con la mano apretando y frotando sobre el bicho.

Yo como siempre no entendía. Lo único que yo hacia con mi bicho era frotarlo contra el colchón hasta sentir la cosquilla.

Pero llegamos a sexto grado. Juntos pertenecíamos a la misma tropa de exploradores. Llegaron los campamentos de veranos donde los muchacho se hacían la rasqueta. En las duchas, en los baños, casetas, cabañas, montes, playas, carros... en fin dondequiera.

Se ponían en círculos y se casqueteaban, esa era otra palabra, pensando en "chicas". Siempre comparaban el tamaño de cada uno de sus bichos. Medían la cantidad de leche que botaban. También cuan lejos les llegaba el chorro.

Todavía yo no me venía. Y hasta pensé llevar en un frasquito escondida, loción para la piel, para aparentar semen.
Pero descarte la idea ya que por fin me salio leche. Por cierto en un mal momento.

Me estaba casqueteando con tremenda bellaquera en el nuevo baño de mis padres. Justo cuando salio mi primer chorro de leche tocó a la puerta mi madre que venía a enseñarle el baño a la vecina.

-Puñeta (fue lo que me hice) me cogieron haciendo me la paja.

Limpié todo rápidamente y salí con el trofeo de mi sonrisa. Mas grande que una sonrisa PREMIA.

-Ahora puedo jalarmela frente a mis compañeros y participar de sus bellaqueras. Que vean mi pinga y cuanta leche bota.

En un campamento compartí con mi amigo, el del pupitre. Ya era un hombrecito y mantenía su cuerpo más atlético. Bajó del segundo piso de la cabaña. Con la pinga en la mano la cual llamó "mamera". Así el la presentó.

Y la verdad que lo era. Una hermosa pieza blanca, con prepucio (para mi A+), coloradita la cabeza y los pelos rubios sobre la base y en las bolas. Le hacía la rasqueta mientras la manoseaba ritmicamente. Yo me bellaqueé viéndola. Deseé brincar sobre esa rica mamera y agarrarla en mis manos y llevarla a mi boca. Pero la cabaña estaba repleta de aquellos que decían que eso era cosa de maricones.

Mi amigo se vino sentado en la escalera del palomar. En Guajataka. ¿Cuantos pasaron historias semejantes con sus tropas?

Todos nos las hicimos a la vez. Claro... pensando en chochas. ¡Si Pepe! Así le decían a mi amigo.

El insistía que me quedará a dormir en su casa. Mis padres jamás me lo permitieron.

Pepe es casado con hijos... Yo soltero con hijos. Todo un varoncito.


003 ¿Cigarrillos o campeches?...

A comienzo del tercer grado de escuela elemental, llego a casa un primo con problemas de tabaquismo. Su divorciada madre no sabía que mas hacer para alejarlo de la calle. El venía a cursar el séptimo grado. Creo que había reprobado y estaba repitiendo el grado. Lo pusieron a dormir en mi cuarto. Mi madre le abrió una camita que le llamaban el "caucho".

Mi primo era callado y no compartia nada conmigo. Se sentaba en la sala a ver la tele junto a mi y lo único que así era agarrarse los cojones.

En una ocasión mi madre, que le gustaba buscar en las gavetas, encontró unos cigarrillos metidos en mis calzoncillos. Esa noche cuando llego mi padre le dio un sermón en privado. Malhumorado, mi primo se metió al caucho a dormir. Se acostó con sus mahones y camiseta. No se puso la pijama. Lo cual era requisito para dormir en casa. Yo tenia puesta la mía y fingía dormir en mi cama. Por el poco espacio del cuarto, la cama y el caucho estaban unidos. Mi primo no consiliaba el suenno, yo tampoco. El estaba boca abajo y se movia sobre el colchón. Lentamente rodó hasta caer en mi cama y se me pegó...

Me tomo la mano y la puso sobre la cremallera de su mahón. Sentí un enorme bulto que latía fuertemente. Me forzó a apretar aquel bulto. Moviendo mi pequeña mano frotaba su desarrollado miembro. Se desabrochó el mahón. Bajo la cremallera y sacó algo enorme desde sus calzoncillos tipo boxer.

Me hizo agarrarlo con mi puño y con su mano me enseñó a hacerle una puñeta. Lentamente mi mano agarrada de la suya subía y bajaba por aquel falo caliente que latía a gran velocidad. Con mi otra mano toque sus guevos. Eran peludos. Estaban tibios y llenos de jugoso néctar. Sentia su prepucio subir y bajar mientras cubría y descubría su cabezota.

No era un pipí. Era un bicho. El primero que puedo tocar. Sentirlo en mi pequeña mano. Y aunque todo estaba oscuro pude sentir como era. Cada detalle, sus venas llenas de sangre no dejaban de bombear vitalidad a quel miembro viril. !Estaba en el paraíso!

Mi primo extendió su otra mano y la metió entre mis calzoncillos y nalgas. Las acarició poco a poco. Las tanteo como manjar de los dioses. Yo apenas ocho años sentía cosquillas en mi pipí.

Entonces saco su dedo índice y lo metió dentro de mis nalgas. Busco con brevedad el rotito y con su yema jugó en mi culito tratando de entrar a lo máximo aquel ansioso dedo.

Yo seguía moviendo mi mano en su herramienta sintiendo que de los labios del glande salían gotas pegajosas con un olor nuevo para mi olfato. Un olor como a clorox. Fuerte olor. Embriagador. Olor a sexo masculino. Ambrosía de semental.

De momento mi primo se levanto y se pegó al gavetero en la esquina de la pared. Lo único que escuché fue un sollozo... ¿...?

Ufff, respiró profundamente. Se acostó en su caucho y durmió profundamente. Yo me acoste boca a bajo y moviendo mi pelvis frote mi infantil miembro contra el colchón hasta alcanzar el orgasmo...

Al otro día cuando llegué a mi casa de la escuela, mi madre y la muchacha de la limpieza estaban con cubo, lestoil y paños lavando detrás de mi gavetero.

-Hijo mio, aquí limpiando, parece que tu primo se levantó sonámbulo anoche y se orino en esta esquina.-

¿Sonámbulo? ¿Se orinó? En aquel momento no entendí. Ahora sí. Se vino, se corrió, eyaculó... con la puñeta que yo le hice mientras me daba dedito. Por primera vez tomé en mis manos un cigarrillo. Mejor digo -un tabaco Campeche, que no bota humo, pero bota leche. A mi primo no lo miro a los ojos.

El es padre, casado varias veces. Yo padre soltero... Todo un varoncito.


002 El elástico del canzoncillo y los dedos de Cuchi.

La curiosidad por los prepucios aumentaba cada día. Recién nos mudamos al área metropolitana. Mi padre cada día dedicaba todo su tiempo a su trabajo. No nos dedicaba tiempo a la familia. Empecé a cursar el jardín de infantes. Ahora regresaba por las tardes a la casa de mi abuela para que ésta me cuidara.

Al lado vivía Cuchi. Un niño de mi edad. Blanquito y gracioso. Pasaba el día en calzoncillos. Era muy coqueto y hablador. La casa de mi abuela y la de sus padres se unían por las marquesinas. Luego del almuerzo nos juntábamos a hablar entre las marquesinas.

Cuchi en calzoncillos. Yo vestido con una muda que mi madre enviaba para quitarme mi uniforme y no dañarlo. Cuchi metía sus manos en el elástico de su calzoncillos mientras agarraba el muro con sus pulgares. Luego se alejaba hacia atrás. Estirando el elástico de sus calzoncillos al máximo. De esa forma me dejaba ver su pipí.

Lo tenía blanquito y sin circuncidado. Esto se grabó en mi mente y se convirtió en pensamiento de mis diarias excitaciones.

Cuchi es padre casado. Yo... padre soltero. Todo un varoncito.